domingo, 27 de abril de 2008

FUGITIVO

Te pido disculpas cuando callo,
el silencio de mis sentimientos confundidos
me cierran los labios;
sólo uno pugna por salir de esta su prisión,
allá va nuevamente el fugitivo incansable
nombrado amor.

FATALIDAD

¡Poesía!
¿Quién eres poesía tú?
eres quizá hojas de tinta del dolor,
del dolor de la sin razón.

Te busco y no te encuentro,
te encuentro y ya no estás,
estás y ya no eres tú,
eres tú y yo no sé quién soy.

Tu rostro me ha conmovido,
eres tan bella ¡Oh cópula de la alegría y el dolor!,
tocarte no se ha atrevido
este triste rey midas de la mortalidad del corazón.

RECLAMO ANÓNIMO




¡Mujer!,
foco ardiente de placer,
todos te miran,
te miran y no te miran… sólo me buscan a mí.



Ojos desorbitados, prisioneros de psicosis.
¡Horror! Los hombres y su metamorfosis,
en sus ojos veo el reflejo de mi belleza
y en sus narices, la erección del morbo de su vergüenza.



Se miran y no se encuentran,
se ven y no se aceptan,
atrapados naufragan
en el seno de la tormenta.



La mar se ha tranquilizado,
las narices erectas han decesado
y un habitante exiliado
ha sido expulsado.



La metamorfosis ha culminado.



Rostros del simplacer,
déjenme cobijarme en un regazo más cómodo,
¡Mujer! Comprende:
Un CULO no lo es todo.

jueves, 24 de abril de 2008

HACER EL AMOR


El amor es un objeto de las circunstancias,
es un devenir y un movimiento pendular
de lo simple a lo complejo,
de lo concreto a lo abstracto,
de la esencia a la apariencia.

En el caso de los enamorados,
el amor es indispensable
para su unión;
y por ello tiene que existir amor,
tienes que demostrarle tu amor,
es decir, tienes que hacerle el amor.

Hacer el amor,
entendido como el hecho
de demostrar a la persona que amas
el amor que le profesas.

Hacer el amor
es algo más que la cópula
entre dos sexos;
es algo más que un relámpago de placer
en una noche de locura y desenfreno;
es algo más que un simple coito
en un momento de agitación y movimiento.

Hacer el amor es algo más,
mucho más que todo eso.
Para hacer el amor
sólo basta poner en funcionamiento
todas las partes de tu cuerpo,
ya que puedes hacerlo
con tus manos
al acariciarla tiernamente,
con tus labios,
al besarla y sonreírle plácidamente,
con tus ojos,
al mirarla dulcemente,
con tus brazos,
al abrazarla fuertemente
contra tu fuente inagotable de vida y amor.

Por tal razón,
¡Si alguna vez te preguntasen si has hecho el amor?,
¡tranquilo!
respóndeles que sí,
ya que sólo así les responderás con la verdad,
porque… créeme, desde hace mucho tiempo
que cada día de tu vida haces el amor;
es más, lo haces a cada instante;
lo haces con tus manos, con tus labios
con tus ojos,
con tus brazos, con tu corazón y con todo tu ser.

Si me lo preguntasen a mí
simplemente les diría que sí,
que sí he hecho el amor
y que, es más, me encanta que me hagan el amor;
pero sobre todo me encanta hacérselo a él,
me encanta y me fascina hacerle el amor

TITERE

I
El ser humano se caracteriza
por poseer libertad,
libertad para hacer
de su existencia algo mejor.
Sin embargo, yo perdí esa condición.
Ahora soy sólo un títere,
un títere del destino,
un títere de esta negra vida,
un títere de tus manos
y de un libreto
que ya llegó a su final.
Soy un títere,
que por su condición
no reclama libertad,
sino sólo te pide
una función más.
Por favor:
¡Dame vida!
¡Necesito de ti!
¡No me abandones!
¡Mírame! Aún estoy aquí.
No me deseches de tu vida
como si ya no valiera,
aún te sirvo,
¡Vamos! Tómame en tus manos,
tócame, desnúdame, desármame,
haz como siempre
lo que quieras conmigo.
Dame esa droga maldita
de tus caricias,
embriágame con tu éxtasis
hasta llegar a una sobredosis,
una sobredosis que me quite el aliento
y este amor que siento por ti,
que me quite la vida, esta vida
que quería sólo vivirla junto a ti.

AMOR ENFERMO

II
Déjalo que se valla ¡déjalo! Ya no quiere estar más. No lo llames, no lo busques; ya no lo fuerces. Sólo déjalo ir, sólo déjalo morir.

No te imaginas como me hiciste falta, tanta falta como el agua al cuerpo, como el aire al alma.

¡Que pasó! ¡Que nos pasó! El amor se nos enfermó. Se enfermó de tanto placer, de tanta pasión, de tanto condimento y de tantos excesos. Dejó de disfrutar los ricos manjares de la buena cocinera, y tuvo que saciar su hambre con horribles comidas, que se convirtieron en sus dietas del día.

El rencor le invadió el alma, el carácter se le irritó, ¡pobre cocinera!, al quedarse solo y abandonado, con ella se desquitó.

Ahora yace en su lecho como un fósforo prendido apagado por la lluvia. Llora y sufre, sufre por los recuerdos de antaño, recuerdos de los siglos de oro que hoy se le convirtieron en eternidades de tortura.

Pobre moribundo que ha descubierto que hasta el recuerdo de los placeres tiene su dolor y el recuerdo de la alegría su amargura.
Sólo quiere dormir, sólo quiere olvidar, sólo pide un jacinto amigo que lo ayude a soñar.
¡Que pasó! ¡Que nos pasó! El amor se nos murió.

¡No! ¡Mentira! Lo asesinamos los dos.

RENUNCIA

III
Vuela mi colibrí, vuela en busca de lo que yo ya no puedo dar más.
Vuela con libertad. Vuela sin recordar que sólo dejas en este lugar
una flor muerta y sin néctar más que agotar.

Fui en tu primavera la flor más apetecible de este idílico jardín.
Fui el lirio de tus ojos y la melodía de tu canto. Fui lo que
hoy ya no soy, hoy sólo soy la que un día no fui.
Sólo soy el vacío, la nada… el vacío de la nada.

El invierno de tu aliento me secó las venas y heló el alma.
Hoy sólo quedan recuerdos… hoy sólo soy tu Recuerdo.
Me gozaste, me disfrutases, me ilusionaste y todos las astes
del vocabulario los agotaste… ¡no! Sólo un aste no agostaste…
Es verdad ¡nunca me amaste!

Fuiste mi presente… no pensé en el futuro, un futuro que
nunca me importó y que ahora es mi presente, un presente
donde sólo eres un recuerdo ausente.

Vuela mi colibrí, vuela a gozar la nueva primavera, vuela
conquistador pluriestacional, vuela y deja a esta flor que sólo
fue tu compañera en una estación más.