jueves, 24 de abril de 2008

AMOR ENFERMO

II
Déjalo que se valla ¡déjalo! Ya no quiere estar más. No lo llames, no lo busques; ya no lo fuerces. Sólo déjalo ir, sólo déjalo morir.

No te imaginas como me hiciste falta, tanta falta como el agua al cuerpo, como el aire al alma.

¡Que pasó! ¡Que nos pasó! El amor se nos enfermó. Se enfermó de tanto placer, de tanta pasión, de tanto condimento y de tantos excesos. Dejó de disfrutar los ricos manjares de la buena cocinera, y tuvo que saciar su hambre con horribles comidas, que se convirtieron en sus dietas del día.

El rencor le invadió el alma, el carácter se le irritó, ¡pobre cocinera!, al quedarse solo y abandonado, con ella se desquitó.

Ahora yace en su lecho como un fósforo prendido apagado por la lluvia. Llora y sufre, sufre por los recuerdos de antaño, recuerdos de los siglos de oro que hoy se le convirtieron en eternidades de tortura.

Pobre moribundo que ha descubierto que hasta el recuerdo de los placeres tiene su dolor y el recuerdo de la alegría su amargura.
Sólo quiere dormir, sólo quiere olvidar, sólo pide un jacinto amigo que lo ayude a soñar.
¡Que pasó! ¡Que nos pasó! El amor se nos murió.

¡No! ¡Mentira! Lo asesinamos los dos.

1 comentario:

David Navarrete dijo...

El ejemplo es el siguiente:
Vicente Huidobro en su Altazor, canto III, dice: eres más hermosa/que una golondrina atravesada por el viento.
Un esfuerzo por entender lexicalmente como el viento puede atravesar una golondrina es inútil, el acto de traspasar, de pasar a través de, puede hacerse voluntariamente y el viento no tiene voluntad, el viento no puede ir por allí, atravesando golondrinas, además las golondrinas no son atravesadas por nada. Aqui tenemos que acudir al otro yo de tales palabras... a la alteridad linguística.
viento = fuerza fulminante que al matar embellece/toque mágico que acrecienta una hermosura especial/...
Golondrina = la libertad y la naturaleza como forma de hermosura especial/delicadeza, ternura, calidez, y belleza inasible
De tal manera que cuando el poeta le quiere decir a su amada que es hermosa, hermosísima, la más hermosa de todas las mujeres, sabe que si usa estas palabras, su exaltación, su reconocimiento y sus elogios hacia ella se minimizan y e vuelven comunes y quizás vulgares, por lo que opta -¡afortunadamente!- de los otros yo de las palabras, es decir, de su alteridad linguística.

8información y ejemplo de la clase de la inolvidable cátedra de teoría literaria de Juan Villcorta)